domingo, 26 de julio de 2009

Modulación y estilo: un encuentro entre ética y estética



Gilda Mussano

El arte ocupa un lugar determinante en una filosofía que busca crear aquellos conceptos que necesitamos para pensar nuestro mundo y nuestra vida, una filosofía de la diferencia, una filosofía del devenir. Esta intentará construir una "metafísica" del acontecimiento que remitirá necesariamente a la cuestión del arte en un triple plano:
1 -En primer lugar el efecto sensible de las obras plantea históricamente el problema de la creación y de la mutación de culturas;
2.- luego la disparidad entre el efecto sensible del arte y la filosofía, exige una crítica de la representación que se dirige tanto al estatuto del arte entendido como imitación cuanto sobre una filosofía de las obras.
3- Finalmente el arte está en el centro de una "semiótica" entendida como teoría de signos irreductible a determinaciones lingüísticas.
El arte participa tanto como la filosofía y la ciencia en el devenir del pensamiento, con métodos y dominios irreductibles, independientes y heterogéneos.
Entonces si la filosofía tiene un dominio propio no puede estar por ello aislada de otras formas del pensar; arte y filosofía dependen del pensar en tanto que tienen una misma finalidad: inventar nuevas posibilidades de vida, dar testimonio por la vida, llevar la vida a su más alta potencia. Tal es la tarea de la gran salud, del gran arte como de la gran filosofía. No hay otro criterio estético para juzgar una obra, que el de evaluar la potencia de vida que la atraviesa.
La filosofía ha de instruirse en la experiencia del arte para teorizar las relaciones entre el pensamiento y lo sensible. Y para ello trabajaremos el concepto de modulación.
Hace ya más de un siglo Charles S. Peirce iniciaba una concepción del signo que escapaba a la dominación de la lingüística binaria, dando lugar a una teoría del signo -semiótica y no semiología - que permite entonces pensar el arte no como un lenguaje, ni ordenar el sentido hacia significaciones discursivas, sino elaborar nuevas relaciones entre materia y forma. En G. Deleuze encontramos una filosofía de la constitución de lo sensible en la óptica de una crítica del sujeto sustancial bajo la influencia de G Simondon, de quien toma la tesis fundamental de la constitución de la subjetividad como singularidades a-subjetivas y pre-individuales.
Apoyado en las investigaciones de Simondon, y rompiendo de esta manera con la imagen tradicional del pensamiento, Deleuze pasará de una "lógica del sentido" centrada de manera husserliana en la producción de idealidades en el pensamiento, a una "lógica de la sensación" donde el pensamiento produce, choca brutalmente con un signo sensible heterogéneo comprendiéndose así como heterogénesis.
Simondon mostraba que el individuo, se trate de un sujeto o de cualquier otra cosa, no estaba jamás dado sustancialmente, sino producido dentro de un proceso de individuación que el comprendía como "disparidad" problemática, es decir un acto, una relación. El sujeto no estaba jamás dado, se constituía por su propio proceso.
El concepto de modulación es capital para comprender el alcance de la noción de "diferencia" en Deleuze, como diferencia productiva, "originaria, en sí".
Sin perjuicio de mostrar la génesis de este concepto (que permite deconstruir la doctrina aristotélica hylemorfista, señalando su "secreto" en el gesto de asignarle un carácter pasivo a la materia, en provecho de una primacía tanto del molde como de la impronta que ésta impone) la modulación conduce a un "entre", "milieu" ,a una relación recíproca entre molde y material que Simondon propone llamar modulación, molde temporal y continúo: material y molde entran en un sistema común, un medio asociado y realizan conjuntamente una operación de individuación, por intercambio de información continúa. Ni la forma ni la materia alcanzan para explicar la individuación. Su verdadero principio es la génesis misma mientras se opera: el sistema deviene mientras la energía se actualiza. Molde y materia interactúan en un medio común de existencia que es la fuerza.
Se advierte entonces lo que una teoría del arte puede extraer de esta distinción entre "moldeado" (concepción abstracta que opone materia y forma) y "modulación" (captura de forma, continuum entre propiedades de los materiales y la acción concreta de la forma). La modulación permite tratar sobre el mismo plano el pasaje de materiales a trazos de expresión en la obra, y el encuentro del pensar con la obra, porque se trata en los dos casos de una producción de signo, que ya no está referida a la idealidad de un sentido sino "modula" por "disparidad problemática".
Sobre la base de la modulación Deleuze desprende una nueva definición del "campo trascendental" liberado de la sujeción a la forma "sujeto", desprendido de la conciencia, puesto como "impersonal y pre-individual" porque se produce por encuentro, en el intersticio de las heterogeneidades que son el pensamiento y lo sensible, en su diferencia misma, como resolución problemática de su disparidad que produce una nueva dimensión: el sentido que se actualiza como un acontecimiento, éste es la hecceidad que surge por modulación de disparidades: una singularidad.
Deleuze puede entonces interpretar la modulación simondiana como una lógica de la sensación que resuelve el desgarramiento de la estética en teoría del sentir y teoría del arte. Es la misma disparidad que modula en la sensación, la relación de lo sensible a lo sentido, y en el pensamiento la relación del sentido con el encuentro sensible de la obra. Por tanto, " la percepción no será más [concebida] en la relación de un sujeto con un objeto, sino en el movimiento que sirve de límite a esta relación. La percepción se encontrará confrontada con su propio límite, ella será entre las cosas [...] como la presencia de una hecceidad en otra. El arte no consistirá en imponer una forma a una materia, ni de producir un efecto subjetivo sobre la sensibilidad, sino de "seguir un flujo de materia”, tomar partido por los trazos materiales de expresión en una "síntesis de heterogéneos", "síntesis de disparidades" que consolida en la consistencia de la obra las fuerzas expresivas del material y del afecto.
"En arte, en pintura como en música, no se trata de reproducir o de inventar formas, sino de captar fuerzas. Es por esto mismo que ningún arte es figurativo. El arte es concebido como experimentación (Versuch diría Nietzsche), performance actualizada que realiza lo que la filosofía tarda en efectuar: una crítica de la representación. Así el arte es comprendido, a partir del concepto de modulación, como capturador de fuerzas. La modulación permite escapar de la filosofía de la semejanza platónica y pensar que entre el material del arte y la sensación se forma una relación heterogénea que se temporaliza. De este modo Deleuze ensaya pensar el arte en relación con la expresión, sin recurrir a la semejanza platónica, ni a la analogía estructural que harían del arte la copia de un modelo sensible o la captación de una estructura inteligible. La teoría del simulacro que "atrapa una disparidad constituyente" permite explicar, contra la semejanza (del efecto a la causa, de la cosa a la esencia) la repetición como diferenciación (al nivel de lo vivo, del concepto como del arte). Es lo dispar, "la diferencia en sí [...] que pone en relación las series heterogéneas o dispares”, hace aparecer la sensibilidad y el pensar como "resolución de una diferencia de potencial", una diferencia intensiva. Esta teoría del simulacro -a partir del trabajo en común con Guattari- será substituida por una teoría del devenir, devenir-animal, devenir-minoría, que permite pensar la expresión en arte sin abandonar su carga mimética pero pasando por una imitación centrada en una simbiosis de tipo vital, una coevolución. El concepto de modulación abre un nuevo camino para la filosofía del arte. Contra la hermeneútica que pega la obra sobre el sujeto, contra la interpretación estructural o sociológica, que señala en la obra la efectividad de estructuras objetivas, la modulación es "otra cosa". Conserva del moldeado la heterogeneidad de fuerzas en presencia, pero extrae una "nueva potencia". Poniendo en contacto fuerzas heterogéneas que producen por disparidad una singularidad irreductible, la obra produce su efecto en el campo problemático que asocia creador y receptor en un devenir real, que da cuenta al mismo tiempo de la mutación de culturas. Por esto la modulación, dice Deleuze, es "la operación de lo Real", y permite definir al arte por la operación de "hacer sensibles fuerzas que no lo son".
Imposible separar en este contexto bellas artes de técnicas: en ambos casos el campo social entra en modulación con tales hecceidades de la materia y arranca un agenciamiento singular que define el estado de las técnicas y el lugar del arte. La arquitectura por ejemplo es solidaria de un conocimiento técnico del material (madera, piedra/ casas; piel de la carpa/tienda, hielo/ iglú nómade) en tanto que una forma de poder determina la instalación sobre un lugar, que implica un cierto habitar y valoriza cierta forma de expresión. Una teoría de las artes reclama una teoría global de la cultura, que no separe el umbral técnico, el gusto estético del tipo político de poder, que definen conjuntamente el modo de individuación de la tal sociedad. Arte y técnicas son captados en su dimensión social, distribuyen sujetos sociales en un proceso de individuación que no aplica una forma externa (lo social) a una materia inerte (el individuo) sino modula fuerzas humanas, materiales y sociales produciendo una forma social singular, de alguna manera esto es nuestra "actualidad", y no el poder captado -Foucault- por las formas de saber. La actualidad a su vez, que Nietzsche llamaba lo inactual, lo intempestivo, la filosofía como acto del pensamiento. Y en este caso el pensamiento como estrategia que conserva la informalidad de las fuerzas. Un pensamiento como "procesos - dirá el último Foucault- de subjetivación" que consisten en la constante constitución de modos de existencia, o como decía Nietzsche - al referirse al estilo-, en la invención de nuevas posibilidades de vida; así la existencia como obra de arte, y este último estadio, es el pensamiento-artista. La subjetivación es una individuación particular o colectiva que caracteriza un acontecimiento (una hora del día, un viento, una vida...) Es un modo intensivo, y no un sujeto identitario. Es una dimensión sin la cual no se podría ni superar el saber ni resistir al poder.
Y fiel a su método, lo que le interesa al último Foucault no es el tan mentado retorno a los griegos, sino nosotros hoy en día, nuestros modos de existencia, nuestras posibilidades de vida ¿tendremos con ellas las maneras de constituirnos como "sí mismos”, lo suficientemente "artistas" como diría Nietzsche, más allá del saber y del poder?
En los modos de existencia, en los estilos de vida, hay una estética de la vida que hemos llamado la vida como obra de arte. Pero es también una ética para Foucault, por oposición a la moral. La diferencia es esta: la moral es un conjunto de reglas coercitivas que juzgan acciones e intenciones refiriéndolas a valores trascendentes (está bien, está mal...); la ética es un conjunto de reglas facultativas que evalúan lo que hacemos, lo que decimos, según el modo de existencia que esto implica. Se dice esto, se hace aquello: ¿cuál es el modo de existencia que esto implica? Hay cosas que sólo pueden hacerse o decirse por una bajeza de alma, por una vida de odio o de venganza contra la vida. A veces un gesto o una palabra alcanzan para revelar lo bajo y lo elevado, lo vil y lo noble. Estos son los estilos de vida que nos constituyen estética y éticamente. Esta es la idea de "modo" en Spinoza, y de "estilo" en Nietzsche: el estilo en un gran escritor es siempre también un estilo de vida, la invención de una posibilidad de vida, de un "modo" de existencia.
Después de Blanchot, Deleuze retomó esta terrible pregunta: ¿qué es escribir?: liberar la vida de todo lo que la aprisiona. "La literatura se presenta entonces como una iniciativa de salud [...] De lo que ha visto y oído, el escritor regresa con los ojos llorosos y los tímpanos perforados [...] La salud como literatura, como escritura, consiste en inventar un pueblo que faltaba". Yo pienso lo mismo de las artes plásticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario